domingo, 16 de marzo de 2014

Cuando la lucha docente priorizaba al alumno

Florencia Fossati (1888-1978). Docente, gremialista, intelectual.
Ramón Ábalo

En la historia de la docencia en Mendoza se destacan nítidamente las luchas que tenían el objetivo de lograr mejoras en los salarios, la exigencia del pago a tiempo -lo normal era el transcurso de cuatro a seis meses de atraso en la docencia- y las condiciones laborales. Y también por los cambios sustanciales de la esencia de la enseñanza. Es decir, la materia prima con la que se iba enseñar, formar -o deformar- la conciencia, la subjetividad, de esos seres -alumnas/nos- que serían el futuro de la sociedad, del pueblo, del país.

Si nos referimos a los comienzos del siglo pasado, no más, las luchas de los trabajadores en general, y en particular la de los docentes, tenían la compañía de la represión de los esbirros del Estado. La de los incrustado en el gobierno que lo representaban. Represión acompañada por la persecución, la encarcelación, el maltrato, la tortura -el cepo, por ejemplo-. El ostracismo interior y la muerte.

En la vida y obra de Florencia Fosatti, una docente de entonces en la Mendoza todavía medieval en las ideas, fue vanguardia por los cambios en profundidad de los sistemas de enseñanza, conservadora y oscurantista: "El concepto de la escuela inmutable, rígida, uniforme, producto de un sistema, ente mecánico, debe ser sustituido por aquel que nos presenta como un organismo vital, plástico, cambiante y flexible". Lo decía y lo repetía la maestra Florencia Fosatti. Que lo dijera y lo repitiera como docente, algo así en la Mendoza del 1929, poco antes del golpe militar del 30, era una verdadera bomba contra la ideología conservadora. Para la izquierda -ya se sumaban en el panorama político el socialismo y el anarquismo- y los sectores liberales progresistas de Mendoza, Florencia Fosatti fue una pedagoga de avanzada, comprometida con los ideales de la educación democrática y la paz. Eran tiempos, además de las repercusiones políticas e ideológicas de la primera guerra mundial -1916- y la guerra civil española, hasta el 39, en que se da comienzo a la segunda guerra mundial. Y no menos, las repercusiones de la revolución bolchevique en Rusia, en 1917, y los documentos ideológicos fundantes del marxismo, como el Manifiesto Comunista, por Carlos Marx y Federico Engels, en 1848.

A estos retumbos mundiales de los procesos de cambios, correspondían respuestas violentas -guerras y persecuciones- de los poderes reales, económicos, políticos e ideológicos. O sea del capitalismo en desarrollo, ya en intentos de dominación mundial. En la periferia, como en esta América de las venas abiertas, aparecía ya en el colectivo del trabajo, la lucha de clases. En Mendoza, en el 1919, durante el primer gobierno populista de la Argentina, el lencinismo, el de José Néstor Lencinas -en paralelo, también el cantonismo en San Juan- estalla una huelga de los docentes mendocinos por el atraso en cuatro meses, de la percepción de sus sueldos. Hubo una apoyatura en el orden, incluso con una huelga solidaria nacional del sector. Esto rebasó el contenido socio-político del gobierno, y en total contradicción con sus postulados y acciones, determinó una dura represión contra los docentes, que incluyó el exilio interior de los dirigentes. Algunos de ellos fueron expulsados a San Juan y exigidos a trasladarse por sus propios medios, algunos a caballo y otros de a pie. La maestra Fosatti fue una de las líderes del movimiento, que era también una expresión nacional sobre el estado calamitoso de la enseñanza primaria y media en todo el país. Por la actitud represiva del gobierno provincial, la huelga se extendió y Fosatti fue expulsada de su tarea docente, que entonces cumplía en la Escuela Martín Zapata.

La lucha de los maestros mendocinos tenía una fuerta carga ideológica que también lideraba Fosatti y otros docentes, que habían tomado la decisión de militar en esta tierra de piedra y arena, el Cuyum, las doctrinas más avanzadas de la enseñanza que hacían pie en la Europa iluminista, que se sintetizan en la llamada Escuela Nueva, que se oponía a la enseñanza tradicional. Aquella ponía el interés en la formación de alumnos, de seres humanos, activos, libres, experimentadores e incluso dueños de su propia disciplina. Ya algo de esto, de la disciplina dicen que dijo Sarmiento, poco antes de morir, a un grupo de jóvenes y estudiantes que habían ido a visitarlo. Al despedirlos, culminó con un "...nunca le hagan caso al comisario". En esa línea se fundó aquí en Mendoza el Centro de Estudios de la Nueva Era, y Florencia, nuevamente en práctica docente, puso su esfuerzo en activar esas concepciones a partir de 1932. En 1936, se afilió al Partido Comunista, y fue expulsada de su cargo. Murió a los 90 años de edad, el 2 de diciembre de 1978. En 1960 había sido reincorporada a su cargo por el gobierno radical del Dr. Ernesto Ueltschi, pero la movilización de grupos reaccionarios católicos, se lo impidieron. Recién en los 70 y pico, lo logró y de inmediato la jubilaron.

Para Florencia Fosatti, docente de vocación, lo principal era ese ser a formar en el saber de la libertad y la dignidad humana, que es el derecho inalienable a la vida, al trabajo, a la educación, a la salud, a la cultura. A la vida en plenitud.

La Quinta Pata

1 comentario :

Floyd dijo...

Un mujer admirable, en su época y por siempre. Quisiera saber donde se puede conseguir los libros que escribió...

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